¿Qué significa trabajar en ESTACIONES?

En este trabajo del aprendizaje en estaciones en el aula en un área determinada o en varias al mismo tiempo, nos permite enriquecernos de nuestro propio aprendizaje, utilizando los sentidos y las emociones, respetando los diferentes ritmos de aprendizaje que conviven en el aula y desarrollando uno de sus pilares: la concientización del alumno acerca de la importancia de la autonomía del aprendizaje para que la desarrolle y, de este modo, disponga de una herramienta didáctica más con la que enfrentarse al reto de aprender.

Hoy en día, la ausencia de homogeneidad es lo que nos permite abordar esta clase de métodos y dinámicas con un enfoque, diseño y procedimiento mediante actividades y/o técnicas diferentes, novedosas que motivan e interesan al alumno a adentrarse en ellas. Es decir, se elaboran con el propósito de sentar bases donde poder apoyarnos y construir nuevos y variados cimientos. De manera que, organicen y ordenen, en cierta medida, el trabajo a realizar ya que anticipa la cantidad y qué clase de ejercitación van a realizar, tienen un contrato donde pueden ir anotando lo que van terminando y así dar cuenta de lo que les falta, hay actividades obligatorias debido a que apuntar a un contenido específico, el cual el docente considere que debe ser común a todos y otras actividades optativas  con el fin de atender a los diferentes ritmos de aprendizajes.
Por otro lado, la atención que debe llevar el cabo el docente debe ser simultánea y con devolución en el momento, promoviendo además, el trabajo cooperativo, una forma de trabajo abierta donde cada uno elija por cuál estación iniciar y continuar, es decir, los alumnos son los que deciden su recorrido durante el tiempo estipulado por el docente.
El trabajo final constituye dar feedback de lo realizado en forma individual, grupal, oral o escrita (mediante preguntas puntuales o selección de imágenes o dibujos de acuerdo a la edad de los chicos).
IMG_0593 IMG_0592

¿POR QUE LEER EN VOZ ALTA?

Los ojos y oídos se abren, la mente despierta para captar toda palabra que salga de la boca de quien lee en voz alta. Las emociones surgen al escuchar el texto que nos presenta y, poco a poco, vamos dejándonos envolver por el relato y la información. A los niños, jóvenes y adultos, nos une el placer de escuchar una buena lectura en voz alta. Como mediadores de la lectura, es necesario que asumamos este papel, y que nos preparemos a regalarla a quienes nos rodean.

COMPARTIMOS CON USTEDES NUESTROS MOMENTOS DE LECTURA

A SEGUIR PRACTICANDO Y DISFRUTANDO CHICOS DE ESTE GRAN PLACER  QUE ES LA LECTURA.

El flautista de Hamelin

En Biblioteca, leímos el siguiente cuento clásico:

El flautista de Hamelin

Autor: Hermanos Grimm

Hace mucho tiempo, había un hermoso pueblo llamado Hamelín, rodeado de montañas y prados, bañado por un lindo riachuelo, un pueblo realmente hermoso y tranquilo, en el cual sus habitantes vivían felices. Pero un día sucedió algo muy extraño en el pueblo de Hamelín, todas las calles fueron invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, arrasando con todo el grano que había en los graneros y con toda la comida de sus habitantes.

Nadie acertaba a comprender el motivo de la invasión y, por más que intentaban ahuyentar a los ratones, parecía que que lo único que conseguían era que acudiesen más y más ratones.

Ante la gravedad de la situación, los gobernantes de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron:

– Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones.

Pronto se presentó joven flautista a quien nadie había visto antes y les dijo:

– La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín.

El joven cogió su flauta y empezó a pasear por las calles de Hamelín haciendo sonar una hermosa melodía que parecía encantar a los ratones. Poco a poco, todos los ratones empezaron a salir de sus escondrijos y a seguirla mientras el flautista continuaba tocando, incansable, su flauta. Caminando, caminando, el flautista se alejó de la ciudad hasta llegar a un río, donde todos los ratones subieron a una balsa que se perdió en la distancia.

Los hamelineses, al ver las calles de Hamelín libres de ratones, respiraron aliviados. ¡Por fin estaban tranquilos y podían volver a sus negocios! Estaban tan contentos que organizaron una fiesta olvidando que había sido el joven flautista quien les había conseguido alejar los ratones. A la mañana siguiente, el joven volvió a Hamelín para recibir la recompensa que habían prometido para quien les librara de los ratones.

Pero los gobernantes, que eran muy codiciosos y solamente pensaban en sus propios bienes, no quisieron cumplir con su promesa:

– ¡Vete de nuestro pueblo! ¿Crees que te debemos pagar algo cuando lo único que has hecho ha sido tocar la flauta? ¡Nosotros no te debemos nada!

El joven flautista se enojó mucho a causa de la avaricia y la ingratitud de aquellas personas y prometió que se vengaría. Entonces, cogió la flauta con la que había hechizado a los ratones y empezó a tocar una melodia muy dulce. Pero esta vez no fueron los ratones los que siguieron insistentemente al flautista sino todos y cada uno de los niños del pueblo. Cogidos de la mano, sonriendo y sin hacer caso de los ruegos de sus padres, siguieron al joven hasta las montañas, donde el flautista les encerró en una cueva desconocida repleta de juegos y golosinas, a donde los niños entraron felices y contentos. Cuando entraron todos los niños en la cueva, ésta se cerró, dejándolos para siempre atrapados en ella

Entraron en la cueva todos los niños menos uno, un niño que iba con muletas y no pudo alcanzarlos. Cuando el niño vió que la cueva se cerraba fue corriendo al pueblo a avisar a todos. Toda la gente del pueblo corrió a la cueva para rescatar a los niños, pero jamás pudieron abrirla

Hamelín se convirtió en un pueblo triste, sin las risas y la alegría de los niños; hasta las flores, que siempre tenían unos colores espléndidos, quedaron pálidas de tanta tristeza.

Los gobernantes de Hamelín junto al resto de habitantes del pueblo, buscaron al flautista para pagarle las cien monedas de oro y pedirle perdón y que por favor les devolviese a sus niños. Pero nunca lo encontraron y jamás pudieron recuperar a los niños.

A partir de aquél día los habitantes Hamelín dejaron de ser tan avaros y cumplieron siempre con sus promesas.

LUEGO DE ESCUCHAR EL CUENTO, LOS ALUMNOS OBTUVIERON OTRA VERSIÓN DEL TEXTO, EL CUAL REPRESENTARON EN FORMA DE DIALOGO.

VEAMOS SU INTERPRETACIÓN: